miércoles, 15 de enero de 2014

La verdad del Jorobado de Notre Dame

Perdón por el retraso, aquí el segundo capítulo:

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Ayer 30 de noviembre cometí sin duda el error más grande de mi vida, más que esnifar petazetas, fue de que vi a la chica que os estuve comentando (Sandra), y en vez de acercarme y saludar (y posiblemente hablar un poco con ella), que era lo que realmente deseaba, pero era tal mi vergüenza que lo único que paso por mi cabeza era escapar y no mirar atrás.
Aunque ahora me siento el hombre más gilipollas e inmundo en la faz de la tierra.
¿Por qué demonios no saludaría ni hablaría con ella?, si era lo que deseaba, es lo único que pienso las 24 horas de los 7 días de la semana.
El día que muera, donare mi cuerpo a la ciencia para que investigue mi cerebro, seguro que hay un tumor oprimiendo el cerebro, o algo por el estilo, porque no es normal lo mío.

Da igual la forma de hablar con ella, aunque solo haya hablado con ella por escrito, me da mucha vergüenza y me pongo nervioso. Siempre que le digo algo pienso que meto la pata, y puede ser que lo haga.

Gracias tengo dos días favoritos, el día 1 de noviembre, que fue cuando la “conocí”, y todo gracias a  mi amigo Sergio, que aunque me queje mucho, no sabría que hacer sin él, ya que gracias a él estoy así de feliz por Sandra.
Y el 30 de noviembre, aunque me fuera corriendo y no me viera, a mí me gusto porque la pude ver en persona y madre de dios, que preciosidad de chica.
Es casualidad que sea el principio de noviembre y final del mismo.

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